La situación alimentaria en Cuba fue el eje de un conversatorio convocado por la plataforma de monitoreo y denuncia Food Monitor Program (FMP), el 30 de mayo de 2023 en el marco del Día Mundial contra el Hambre.
El Space de Twitter contó con la participación de varios periodistas independientes cubanos.
Más allá de los discursos espetados, la realidad es innegable: en Cuba se está viviendo una situación de hambre.
El FMP ha denunciado, durante años, la inseguridad alimentaria que se vive en la isla. Sus investigadores crearon un «mapa de hambre» que plantea el problema por provincias. El objetivo es exponer las dificultades para el acceso a los alimentos y los problemas de abastecimiento.
Período Especial, MLC y desigualdad social
Durante el encuentro online se explicaron las diferencias entre esta nueva etapa de crisis y el denominado Período Especial de la década de los noventa. Otro elemento visible en la Cuba actual es la desigualdad social creada por el propio Estado al implementar medidas económicas que han vulnerado determinadas comunidades.
La creación de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), a las cuales muchos cubanos no tienen acceso, propicia que quienes accedan a divisas puedan llevar una alimentación más adecuada que el resto de las personas.
«En los noventa sentíamos que casi todos estábamos en el mismo punto. Compartimos la misma hambre», expuso la reportera Marta María Ramírez. «Ahora hay un sector emergente que tiene otros recursos y otros accesos. Hay carencia en sentido general, pero hay gente que puede comer mejor que otra. No solo es la cúpula militar en el poder. Se ha abierto una brecha importante, visible e ignorada por el Estado», acotó.
Los panelistas expusieron que la asistencia social del Estado se redujo significativamente en los últimos 20 años:
«Existe un agravamiento general de las condiciones de la alimentación para toda la población. Esto tiene que ver con la complejidad que presenciamos: una retirada y un abandono progresivo de las responsabilidades del Estado cubano, de las garantías mínimas de acceso a la alimentación, la protección especial y preferente para los grupos más vulnerables», sentenció Elaine Acosta del proyecto sobre envejecimiento, cuidados y derechos en Cuba Cuido60.
Varios fueron los segmentos poblacionales desvalidos en este contexto. Entre ellos, las personas de la tercera edad, sector que ha crecido de forma exponencial en los últimos años. Tras la pandemia y la Tarea Ordenamiento la realidad alimentaria de este sector se complejizó. Sobre todo, para aquellos que viven solos. A la dificultad para acceder a productos de primera necesidad se sumó el aumento de los precios en los comedores del Sistema de Atención a la Familia (SAF), cuya finalidad social era compensar el déficit de una canasta básica insuficiente para estas personas.
Los presentes en el Space plantearon la disminución en los subsidios a los adultos mayores y la iniciativa de algunos negocios privados que les ayudaron. Aun así, resulta insuficiente.
El Gobierno cubano no brinda información pública al respecto y se desconoce cuántas personas están en situación de precariedad.
También los menores de edad han sufrido la escasez de alimentos. Varias escuelas dejaron de entregar la «dieta proteica» y algunas familias se niegan a mandar a sus hijos —menores de 10 años— a una jornada lectiva completa sin proteína.
Las personas trans dedicadas al trabajo sexual fueron especialmente afectadas por la pandemia. Durante la cuarentena por la COVID-19 no tenían cómo pagar sus alimentos, a pesar de que la organización TransCuba habilitó por un par de meses un comedor.
«¿Quién alimenta a las personas en Cuba?», cuestionó Alejandro Ulloa, director de audiovisuales de elTOQUE.
Como parte de su intervención, el periodista y realizador indicó que si bien existe un sector que recibe ayuda del exterior —sobre todo en materia alimentaria—, este sigue siendo un grupo muy reducido de personas. La gran mayoría de la población está siendo alimentada por el «mercado negro».
Asimismo, recordó que la pensión jubilatoria de una persona de la tercera edad puede rondar los 1 500 pesos cubanos, una suma que contrasta con los altos precios de la canasta más básica. Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en noviembre de 2022, la canasta básica llegó a oscilar entre los 11 y 12 000 pesos en provincias como La Habana. En otras regiones del país, como Guantánamo, el valor ascendía a los 6 000 pesos. Esto, sin incluir el pago de corriente, telefonía, transporte y sin la compra de aseo.
«No da. La crisis es brutal, pero es una crisis que tiene una responsabilidad estatal muy definida».
La inversión estatal en la alimentación ha disminuido de manera considerable en los últimos años. La inversión nacional en la construcción de hoteles es de un 30 %, mientras que el dinero que se acredita para el campo es 15 veces menor. Todo ello, a pesar de que el Gobierno asegura que la cuestión alimentaria es de «seguridad nacional». Se hace evidente que las políticas públicas difieren del discurso oficial.
«No es una incapacidad estatal lo que está pasando, es una decisión estatal», afirmó Ulloa.
Maternidades y gestión de los alimentos
El rol de «salvadoras» en cuanto a la gestión de los alimentos ha recaído sobre las maternidades —no solo aquellas que gestan—, afirmó Marta María.
«A las mujeres les toca este doble esfuerzo de intentar conseguir la alimentación para toda su familia: para sus hijos, para las personas mayores que tienen bajo su cuidado», dijo.
Para la reportera Darcy Borrero, las maternidades son más sacrificadas y crean alimentos que nutren y son atractivos para los niños.
Sin embargo, muchos son los cubanos que para no acostarse sin comer ingieren cualquier alimento, como un pan con azúcar.
«El tema no es solo que nos hayamos ido a la cama sin comer, sino las condiciones en las que nos hemos alimentado durante el día (…). Si la ingesta ha sido adecuada, balanceada o suficiente», explicó Elaine.
Existe un pensamiento insertado en el ideario popular cubano —casi como un trauma nacional— de que la comida es solo necesaria para nutrir. Idea que se carga, incluso, al salir de la isla. La comida también tiene otros fines, que pueden ser religiosos, estéticos y mediados por los gustos individuales.
La política alimentaria de racionalización desplegada por el Gobierno cubano asentó la idea de que algunos alimentos son un lujo y no una necesidad. Así la población recibe los productos elaborados por empresas estatales sin reparar en las materias primas de su elaboración, fecha de caducidad y otros elementos.
Además, los presentes concordaron en la urgencia de tener acceso a datos sobre desigualdad social y pobreza para entender y solucionar los problemas de la sociedad cubana.
El último estudio sobre desigualdad social en Cuba data de 1999. Mientras que el reporte más reciente de pobreza fue publicado en 1998, bajo la categoría de «población urbana en situación de riesgo». El Gobierno no ha publicado otros datos, a pesar de sus compromisos con organizaciones internacionales.
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Ana Mari