Autor
Mayli Estévez
Periodista deportiva en Cuba. Naranja, albiceleste y culé. En ese orden. Disfruto tanto un regate como una obra de teatro callejera. Llevo a la par todas las pasiones humanas porque todavía creo.
Los Cocodrilos de Matanzas, campeones de la Liga Élite (se supone que el torneo más fuerte de la pelota nacional), regresaron a la isla sin trofeo y derrotados en una lid «de cuarta». Cuba ya no gana ni a los yaquis.
Esta semana los fantasmas del triunfalismo volvieron a rondar las aspiraciones de un equipo de béisbol cubano en la arena internacional. Pensé que de tantos golpes las lecciones estarían aprehendidas, pero craso error el mío. Allí van de nuevo de cabeza contra el contén.
El nipón Shohei Ohtani ha dejado en Miami la enésima prueba de que no es de este mundo, es un extraterrestre.
Armar un equipo Cuba, incluso cuando el béisbol nacional no goza de su mejor momento, siempre causa polémica. Por si fuera poco, es momento en el que los regionalismos se acrecientan y todos apuntan que su equipo provincial es el más «perjudicado».
El talento no es cuestión de suerte, se trabaja, se pule y se explota, pero la casta está ahí. Su apellido pesaba en Cuba y en MLB y Yuliesky ha sabido ponerle ribetes dorados.
Es llamativo que cuando el dinero tocó la puerta y la desesperación de las fugas hizo mella en el «buque insignia» se acabó el patrioterismo del «deporte libre vs. el deporte esclavo». De pronto, quisieron ser «esclavos» con cientos de miles de dólares en el bolsillo.
¿Pudiera ser peor la actuación de Cuba en la sede estadounidense que en París? Por supuesto, lamentablemente hemos comprobado que las predicciones respecto a la otrora vanguardia deportiva del continente tienen que ir a la baja.
Cuba se despidió de París 2024 con solo dos medallas: un oro y un bronce; una de las peores actuaciones de su historia olímpica en el boxeo en más de 50 años.
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.
Me llama muchísimo la atención que Las Tunas consiguiera los campeonatos ante novenas históricas. Enterraron a Villa Clara en 2019 con bastante facilidad, a Industriales los barrieron en 2023 y ahora a Pinar los liquidaron en cinco juegos.
Si Luis Orta quiere serle «fiel a Fidel», ¿por qué Fernando Dayán no podía decir que solo volvería a competir por Cuba en libertad?
Todavía no se enciende el pebetero en los Juegos Olímpicos de París 2024 y la delegación cubana arrastra al menos dos fugas en España. La meta ambiciosa de cinco títulos sigue entre algodones.
En la actual temporada de las Grandes Ligas de Béisbol se extraña el protagonismo de los peloteros cubanos. Tal parece que se nos apagaron las estrellas en el mejor béisbol del mundo.
Mexicali parecía la oportunidad redonda para que Cuba regresara al principal evento beisbolero del Caribe; pero le tiraron un balde de agua fría.
Les tengo malas noticias, los León, las Vargas, los Dayán Jorge, los Jordan Díaz seguirán existiendo y continuarán brillando para sus países de adopción, donde los hicieron sentirse personas y no fichas de ajedrez.
Lo más gustado
Lo menos gustado
- Aumenta hasta un 300 % el precio del cigarro y del tabacoProyecto Oasis y el sueño de un mar limpioCuentas bancarias en EE. UU. para cubanos. ¿Quiénes podrían acceder?¿Por qué ha caído el valor de las divisas en el mercado informal? (+Narración)¿Cómo hacer un poder notarial en el extranjero para utilizarse en Cuba?
Autores
Mayli Estévez
Periodista deportiva en Cuba. Naranja, albiceleste y culé. En ese orden. Disfruto tanto un regate como una obra de teatro callejera. Llevo a la par todas las pasiones humanas porque todavía creo.
Los Cocodrilos de Matanzas, campeones de la Liga Élite (se supone que el torneo más fuerte de la pelota nacional), regresaron a la isla sin trofeo y derrotados en una lid «de cuarta». Cuba ya no gana ni a los yaquis.
Armar un equipo Cuba, incluso cuando el béisbol nacional no goza de su mejor momento, siempre causa polémica. Por si fuera poco, es momento en el que los regionalismos se acrecientan y todos apuntan que su equipo provincial es el más «perjudicado».
¿Pudiera ser peor la actuación de Cuba en la sede estadounidense que en París? Por supuesto, lamentablemente hemos comprobado que las predicciones respecto a la otrora vanguardia deportiva del continente tienen que ir a la baja.
Me llama muchísimo la atención que Las Tunas consiguiera los campeonatos ante novenas históricas. Enterraron a Villa Clara en 2019 con bastante facilidad, a Industriales los barrieron en 2023 y ahora a Pinar los liquidaron en cinco juegos.
En la actual temporada de las Grandes Ligas de Béisbol se extraña el protagonismo de los peloteros cubanos. Tal parece que se nos apagaron las estrellas en el mejor béisbol del mundo.
Esta semana los fantasmas del triunfalismo volvieron a rondar las aspiraciones de un equipo de béisbol cubano en la arena internacional. Pensé que de tantos golpes las lecciones estarían aprehendidas, pero craso error el mío. Allí van de nuevo de cabeza contra el contén.
El talento no es cuestión de suerte, se trabaja, se pule y se explota, pero la casta está ahí. Su apellido pesaba en Cuba y en MLB y Yuliesky ha sabido ponerle ribetes dorados.
Cuba se despidió de París 2024 con solo dos medallas: un oro y un bronce; una de las peores actuaciones de su historia olímpica en el boxeo en más de 50 años.
Si Luis Orta quiere serle «fiel a Fidel», ¿por qué Fernando Dayán no podía decir que solo volvería a competir por Cuba en libertad?
Mexicali parecía la oportunidad redonda para que Cuba regresara al principal evento beisbolero del Caribe; pero le tiraron un balde de agua fría.
El nipón Shohei Ohtani ha dejado en Miami la enésima prueba de que no es de este mundo, es un extraterrestre.
Es llamativo que cuando el dinero tocó la puerta y la desesperación de las fugas hizo mella en el «buque insignia» se acabó el patrioterismo del «deporte libre vs. el deporte esclavo». De pronto, quisieron ser «esclavos» con cientos de miles de dólares en el bolsillo.
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.
Todavía no se enciende el pebetero en los Juegos Olímpicos de París 2024 y la delegación cubana arrastra al menos dos fugas en España. La meta ambiciosa de cinco títulos sigue entre algodones.
Les tengo malas noticias, los León, las Vargas, los Dayán Jorge, los Jordan Díaz seguirán existiendo y continuarán brillando para sus países de adopción, donde los hicieron sentirse personas y no fichas de ajedrez.
Cargando más resultados