deportes

Antes del triunfo de la Revolución carecía de apoyo estatal la práctica masiva del deporte, no existían planes de infraestructura deportiva o escuelas especializadas en esta esfera. Solo constituía privilegio de algunos, la práctica de alguna especialidad deportiva. A partir del triunfo revolucionario de 1959, el deporte cubano experimenta un giro total, viéndose en la Actividad física, la Recreación y la práctica masiva de deportes un legítimo derecho del pueblo. Creándose el INDER el 23 de febrero de 1961. Por primera vez desde 1970, Cuba no alcanzó la corona en los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018 y en la Semana de Béisbol de Haarlem  terminó en el cuarto puesto. Ni la selección que compitió en Barranquilla ni la que asistió al torneo en Holanda lucieron bien. Son dos resultados que confirman que el béisbol de la isla  se sumerge en un abismo, síntoma de una crisis general en el deporte cubano.
Los Cocodrilos de Matanzas, campeones de la Liga Élite (se supone que el torneo más fuerte de la pelota nacional), regresaron a la isla sin trofeo y derrotados en una lid «de cuarta». Cuba ya no gana ni a los yaquis.
Esta semana los fantasmas del triunfalismo volvieron a rondar las aspiraciones de un equipo de béisbol cubano en la arena internacional. Pensé que de tantos golpes las lecciones estarían aprehendidas, pero craso error el mío. Allí van de nuevo de cabeza contra el contén.
El nipón Shohei Ohtani ha dejado en Miami la enésima prueba de que no es de este mundo, es un extraterrestre.
Armar un equipo Cuba, incluso cuando el béisbol nacional no goza de su mejor momento, siempre causa polémica. Por si fuera poco, es momento en el que los regionalismos se acrecientan y todos apuntan que su equipo provincial es el más «perjudicado».
El talento no es cuestión de suerte, se trabaja, se pule y se explota, pero la casta está ahí. Su apellido pesaba en Cuba y en MLB y Yuliesky ha sabido ponerle ribetes dorados.
Es llamativo que cuando el dinero tocó la puerta y la desesperación de las fugas hizo mella en el «buque insignia» se acabó el patrioterismo del «deporte libre vs. el deporte esclavo». De pronto, quisieron ser «esclavos» con cientos de miles de dólares en el bolsillo.
¿Pudiera ser peor la actuación de Cuba en la sede estadounidense que en París? Por supuesto, lamentablemente hemos comprobado que las predicciones respecto a la otrora vanguardia deportiva del continente tienen que ir a la baja.
Cuba se despidió de París 2024 con solo dos medallas: un oro y un bronce; una de las peores actuaciones de su historia olímpica en el boxeo en más de 50 años.
El desempeño de Cuba en el «deporte rey» en París 2024 es el más discreto en la historia olímpica postrevolucionaria. Desde Tokio 1964 —sin contar la no participación en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988— el atletismo cubano siempre obtuvo, cuando menos, una presea.
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.
Cuando la gente talentosa o inteligente que cumple con los criterios de lealtad política empieza a escasear (como es en el caso de Cuba), la lealtad prima sobre el talento y el declive es inevitable.
Cubanas y cubanos exiliados compiten por equipos de otras naciones en las Olimpiadas de París 2024. ¿Quiénes son? 
Me llama muchísimo la atención que Las Tunas consiguiera los campeonatos ante novenas históricas. Enterraron a Villa Clara en 2019 con bastante facilidad, a Industriales los barrieron en 2023 y ahora a Pinar los liquidaron en cinco juegos.
El primero de agosto de 2024, Imane Khelif enfrentó a la italiana Angela Carini en un combate que duró menos de 50 segundos. Tras la victoria de Khelif, se extendieron varias desinformaciones sobre la identidad de género de la argelina.
Si Luis Orta quiere serle «fiel a Fidel», ¿por qué Fernando Dayán no podía decir que solo volvería a competir por Cuba en libertad?
Todavía no se enciende el pebetero en los Juegos Olímpicos de París 2024 y la delegación cubana arrastra al menos dos fugas en España. La meta ambiciosa de cinco títulos sigue entre algodones.
En la actual temporada de las Grandes Ligas de Béisbol se extraña el protagonismo de los peloteros cubanos. Tal parece que se nos apagaron las estrellas en el mejor béisbol del mundo.
Mexicali parecía la oportunidad redonda para que Cuba regresara al principal evento beisbolero del Caribe; pero le tiraron un balde de agua fría.
Les tengo malas noticias, los León, las Vargas, los Dayán Jorge, los Jordan Díaz seguirán existiendo y continuarán brillando para sus países de adopción, donde los hicieron sentirse personas y no fichas de ajedrez.
Ni «cortos ni perezosos», el fin de semana pasado los «galácticos» de Texas mandaron al inicialista cubano a las duchas frías con un directo «Gracias por todo, Abreu, la mejor de las suertes».
Mientras el mundo ve brillar a los atletas cubanos bajo otros colores, la luz no salva a Cuba, que sigue acumulando deportistas a cuentagotas para lo que seguramente será la delegación olímpica más demacrada de su historia.
Entre la emigración constante de púgiles y la decadencia del deporte en general, que Cuba no consiguiera un equipo completo de boxeo de cara a los Juegos Olímpicos de París 2024 parecía una apuesta segura.
Tanto Mora como Dayán Jorge están centrados en lo que viene y agradecidos de las segundas oportunidades que da la vida. No importa el pataleo desde Cuba.
La semana termina con el sabor de que las cosas para los cubanos en la MLB están como la frase «una de cal y otra de arena», entre novedades amargas, esperanzadoras o expectantes.
El matiz cómico de la 63 Serie Nacional de Béisbol y sus federativos nacionales no defrauda. La periodista Mayli Estévez comenta la expulsión «deshonrosa» del lanzador Jonathan Carbó y el desenlace del caso del «árbitro fantasma», entre otros eventos de la semana.

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Antes del triunfo de la Revolución carecía de apoyo estatal la práctica masiva del deporte, no existían planes de infraestructura deportiva o escuelas especializadas en esta esfera. Solo constituía privilegio de algunos, la práctica de alguna especialidad deportiva. A partir del triunfo revolucionario de 1959, el deporte cubano experimenta un giro total, viéndose en la Actividad física, la Recreación y la práctica masiva de deportes un legítimo derecho del pueblo. Creándose el INDER el 23 de febrero de 1961. Por primera vez desde 1970, Cuba no alcanzó la corona en los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018 y en la Semana de Béisbol de Haarlem  terminó en el cuarto puesto. Ni la selección que compitió en Barranquilla ni la que asistió al torneo en Holanda lucieron bien. Son dos resultados que confirman que el béisbol de la isla  se sumerge en un abismo, síntoma de una crisis general en el deporte cubano.

Bochorno en Barcelona: ni a los yaquis gana Cuba
Los Cocodrilos de Matanzas, campeones de la Liga Élite (se supone que el torneo más fuerte de la pelota nacional), regresaron a la isla sin trofeo y derrotados en una lid «de cuarta». Cuba ya no gana ni a los yaquis.
Esta semana los fantasmas del triunfalismo volvieron a rondar las aspiraciones de un equipo de béisbol cubano en la arena internacional. Pensé que de tantos golpes las lecciones estarían aprehendidas, pero craso error el mío. Allí van de nuevo de cabeza contra el contén.
El talento no es cuestión de suerte, se trabaja, se pule y se explota, pero la casta está ahí. Su apellido pesaba en Cuba y en MLB y Yuliesky ha sabido ponerle ribetes dorados.
Cuba se despidió de París 2024 con solo dos medallas: un oro y un bronce; una de las peores actuaciones de su historia olímpica en el boxeo en más de 50 años.
Cuando la gente talentosa o inteligente que cumple con los criterios de lealtad política empieza a escasear (como es en el caso de Cuba), la lealtad prima sobre el talento y el declive es inevitable.
El primero de agosto de 2024, Imane Khelif enfrentó a la italiana Angela Carini en un combate que duró menos de 50 segundos. Tras la victoria de Khelif, se extendieron varias desinformaciones sobre la identidad de género de la argelina.
En la actual temporada de las Grandes Ligas de Béisbol se extraña el protagonismo de los peloteros cubanos. Tal parece que se nos apagaron las estrellas en el mejor béisbol del mundo.
Ni «cortos ni perezosos», el fin de semana pasado los «galácticos» de Texas mandaron al inicialista cubano a las duchas frías con un directo «Gracias por todo, Abreu, la mejor de las suertes».
Tanto Mora como Dayán Jorge están centrados en lo que viene y agradecidos de las segundas oportunidades que da la vida. No importa el pataleo desde Cuba.
El nipón Shohei Ohtani ha dejado en Miami la enésima prueba de que no es de este mundo, es un extraterrestre.
Es llamativo que cuando el dinero tocó la puerta y la desesperación de las fugas hizo mella en el «buque insignia» se acabó el patrioterismo del «deporte libre vs. el deporte esclavo». De pronto, quisieron ser «esclavos» con cientos de miles de dólares en el bolsillo.
El desempeño de Cuba en el «deporte rey» en París 2024 es el más discreto en la historia olímpica postrevolucionaria. Desde Tokio 1964 —sin contar la no participación en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988— el atletismo cubano siempre obtuvo, cuando menos, una presea.
Cubanas y cubanos exiliados compiten por equipos de otras naciones en las Olimpiadas de París 2024. ¿Quiénes son? 
Si Luis Orta quiere serle «fiel a Fidel», ¿por qué Fernando Dayán no podía decir que solo volvería a competir por Cuba en libertad?
Mexicali parecía la oportunidad redonda para que Cuba regresara al principal evento beisbolero del Caribe; pero le tiraron un balde de agua fría.
Mientras el mundo ve brillar a los atletas cubanos bajo otros colores, la luz no salva a Cuba, que sigue acumulando deportistas a cuentagotas para lo que seguramente será la delegación olímpica más demacrada de su historia.
La semana termina con el sabor de que las cosas para los cubanos en la MLB están como la frase «una de cal y otra de arena», entre novedades amargas, esperanzadoras o expectantes.
Armar un equipo Cuba, incluso cuando el béisbol nacional no goza de su mejor momento, siempre causa polémica. Por si fuera poco, es momento en el que los regionalismos se acrecientan y todos apuntan que su equipo provincial es el más «perjudicado».
¿Pudiera ser peor la actuación de Cuba en la sede estadounidense que en París? Por supuesto, lamentablemente hemos comprobado que las predicciones respecto a la otrora vanguardia deportiva del continente tienen que ir a la baja.
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.
Me llama muchísimo la atención que Las Tunas consiguiera los campeonatos ante novenas históricas. Enterraron a Villa Clara en 2019 con bastante facilidad, a Industriales los barrieron en 2023 y ahora a Pinar los liquidaron en cinco juegos.
Todavía no se enciende el pebetero en los Juegos Olímpicos de París 2024 y la delegación cubana arrastra al menos dos fugas en España. La meta ambiciosa de cinco títulos sigue entre algodones.
Les tengo malas noticias, los León, las Vargas, los Dayán Jorge, los Jordan Díaz seguirán existiendo y continuarán brillando para sus países de adopción, donde los hicieron sentirse personas y no fichas de ajedrez.
Entre la emigración constante de púgiles y la decadencia del deporte en general, que Cuba no consiguiera un equipo completo de boxeo de cara a los Juegos Olímpicos de París 2024 parecía una apuesta segura.
El matiz cómico de la 63 Serie Nacional de Béisbol y sus federativos nacionales no defrauda. La periodista Mayli Estévez comenta la expulsión «deshonrosa» del lanzador Jonathan Carbó y el desenlace del caso del «árbitro fantasma», entre otros eventos de la semana.
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