En varias provincias, no se ejecutaron los presupuestos para atender a las personas «vulnerables». El primer ministro Manuel Marrero se enteró en una reunión del Consejo de Ministros y preguntó si era falta de sensibilidad o de humanismo la no ejecución de esos recursos financieros.
El Gobierno cubano aprobó nuevas normas que, en teoría, buscan proteger a las personas más vulnerables. Pero detrás del lenguaje del «cuidado» se esconde un enfoque que criminaliza la pobreza y delega responsabilidades en las familias.
La narrativa oficial intenta maquillar lo que ya es visible en cada esquina: la pobreza y el abandono no se esconden con eufemismos.
Mientras se criminaliza la vulnerabilidad, miles de cubanos —sobre todo ancianos— sobreviven entre la precariedad y la indiferencia institucional.
Tres veces han perdido su vivienda dos ancianos que viven en Consolación del Sur, provincia Pinar del Río. Tres veces han vivido el desamparo tras el paso de un huracán. En ninguna de las tres ocasiones han tenido cómo ni con qué reconstruir su vivienda.
En un salón climatizado, dirigentes cubanos realizan un balance mientras, en las calles de Guantánamo, Griselda busca alimento con una pensión de menos de 1 500 CUP. Su suerte depende de lo que le den, de lo que encuentre.
Algunos hijos podrán reunirse con mamá en esta Navidad porque pudieron ajustar tiempos y boletos, pero la mayoría no puede volver a casa: no alcanza el dinero, no les permiten regresar. No saben cuándo será posible el reencuentro. Parece que mamá no le importa a nadie.
Los dirigentes del Partido Comunista piden resistencia sin tomar las medidas necesarias para detener el empobrecimiento de las familias de la isla.
Es difícil vislumbrar una transformación sustancial en la isla sin cambios profundos en las políticas económicas y en la gestión de los recursos. Por ahora, los desafíos parecen superar las proyecciones del oficialismo.
Mientras la oscuridad se abre paso en el país, el Gobierno vuelve a activar la retórica de «resistencia creativa», una narrativa que intenta camuflar la incapacidad estatal ante las múltiples crisis que hoy inciden en la vida de los cubanos.
En las horas más duras del 21 de octubre de 2024, los pobladores de Imías y San Antonio del Sur estaban solos.
A continuación intentaré darles una idea de las condiciones de vida mías, y de mis vecinos, en un pequeño municipio de la provincia Villa Clara. Algo peores a las de La Habana, pero en general semejantes a las del resto de los cubanos que habitan fuera de aquella ciudad.
Los reportes de prensa en los últimos años demuestran que la irregularidad del suministro de gas licuado es cíclica. El desabastecimiento más reciente no parece estar cerca de terminar ni mucho menos de ser la última crisis.
El Gobierno asegura que la crisis es consecuencia de la falta de equipos y problemas con el suministro eléctrico, pero las cifras y la realidad parecen mucho más alarmantes.
Según estudios independientes, la pobreza en Cuba estaría en rangos muy altos, agravada en los últimos años por la crisis que viven los cubanos.
El ministro de Economía, Joaquín Alonso Vázquez, habló sobre las medidas gubernamentales para asistir a la población vulnerable, incluyendo ayudas a familias y adultos mayores. El supuesto alcance de las medidas contrasta con los hallazgos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, que reportó que el 89% de los cubanos vive en pobreza extrema.
Cuba es un país olvidado por las leyes humanas y las de Dios. La única ley que funciona por estos lares es la del más fuerte. Es la que impone el Gobierno y es la que replican sus habitantes.
Más del 48 % de los beneficiarios del programa de comedores sociales —Sistema de Atención a la Familia (SAF)— se han dado de baja desde el inicio de la Tarea Ordenamiento.
En estas fechas siempre me da por pensar en cómo les irá a mis amigas en su tarea de maternar en este país con sus tantas y tantas particularidades.
La pobreza es un fenómeno extendido en Cuba, pero escasamente abordado por los medios de propaganda del Partido Comunista.
«Cuba es un país con hambre. No solo de alimentos, de medicinas, de la más básica de las dignidades, sino también de libertad». Desde Managua, La Habana, Adriana Normand habla de empobrecimiento y desesperanza.
La burocracia cubana prometió que 2023 sería un año mejor, pero la realidad es otra.
Las mujeres cubanas enfrentan una situación muy difícil, con graves carencias materiales y una fuerte carga de trabajo no remunerado, sin una representación política efectiva ni libertad para organizarse y reclamar sus derechos.
¿Qué problemas tiene envejecer en Cuba? ¿Hay soluciones para un país altamente envejecido?
La historia de esta anciana cubana es común entre las personas de su generación.
El VI Informe sobre el Estado de los Derechos Sociales en Cuba muestra que la pobreza y la crisis alimentaria empeoran en la isla. La mayoría de los cubanos vive en pobreza extrema según la investigación.